
Un total de 102 peregrinos de la Diócesis de Tarazona, medio centenar de ellos del Arciprestazgo de Calatayud, se encuentran en Roma para participar en una peregrinación jubilar que tiene como fin ganar el Jubileo a través del rito de la Puerta Santa. El viaje, que se extenderá desde el pasado lunes 29 de septiembre hasta el próximo viernes 3 de octubre para el grupo diocesano, busca ser un camino de fe, comunión y renovación espiritual.
El grupo principal, compuesto por medio centenar de fieles de la Diócesis, está siendo presidido por el obispo diocesano, Mons. Vicente Rebollo, y acompañado por el vicario general, don Javier Bernal. A ellos se ha unido otro grupo de 52 peregrinos procedentes de Calatayud, que iniciaron su andadura el pasado viernes.
El eje central de la peregrinación es la travesía de las Puertas Santas de las cuatro basílicas mayores de Roma: San Pedro, San Pablo Extramuros, San Juan de Letrán y Santa María la Mayor. Este acto es fundamental para obtener la gracia del Jubileo.
Los peregrinos vivirán días de intensa actividad espiritual y cultural. El programa incluye la celebración de la Eucaristía en templos emblemáticos como San Pablo Extramuros, Montserrat y San Antonio de Lisboa, además de enriquecedoras visitas a iglesias históricas, monumentos y plazas de la capital italiana. Uno de los momentos más destacados será su participación en la audiencia papal del próximo miércoles 1 de octubre.
El grupo de Calatayud, que llegó días antes, ya ha tenido la oportunidad de vivir momentos de profunda fe, asistiendo el pasado domingo a la Santa Misa en la iglesia nacional española de Nuestra Señora de Montserrat y Santiago. Algunos de sus miembros también estuvieron presentes en el rezo del Ángelus del Jubileo de los Catequistas en la Plaza de San Pedro. Este lunes lunes, ambos grupos se han unido para continuar compartiendo el itinerario espiritual.
Esta iniciativa, enmarcada en el Año Jubilar, no solo busca la indulgencia para los participantes, sino también fortalecer los lazos comunitarios y ofrecer una experiencia profunda de encuentro con Cristo, sirviendo como un testimonio vivo de fe compartida que une a toda la comunidad diocesana en oración y esperanza.