El primer fin de semana de marzo, la Unidad Pastoral de Calatayud junto a la fundación pontificia “Ayuda a la Iglesia necesitada”, hicieron un llamamiento a los fieles de la ciudad para colaborar económicamente con las necesidades de las personas afectadas en el terremoto de Turquía y Siria. Las colectas de ese fin de semana se destinaron íntegramente para este motivo, y la cuantía de lo recogido ha ascendido a 7.000€, una importantísima cantidad que ayudará a cubrir lo más necesario para los afectados que lo han perdido todo en cuestión de segundos, que se han quedado literalmente en la calle y con lo puesto, que han perdido todo tanto económico como, en muchos casos, humano.
Ayuda a la Iglesia, recogiendo la petición de ayuda de la iglesia local de Siria, ha puesto en marcha esta campaña que pretende, en un primer momento, cubrir las necesidades más básicas de un pueblo, el sirio, que ya de por sí se encuentra castigado duramente no sólo por la guerra y la pobreza, sino por bloqueos y embargos internacionales que lejos de paliar la situación de las personas, obvia sus verdaderas necesidades. Pablo Rivero, responsable de esta fundación en la Zona Norte de España, se desplazó hasta Calatayud para apoyar esta campaña y contaba lo rocambolesco de esta situación, ya que estando afectados Turquía y Siria, Turquía sí había recibido ayuda internacional de varios países e instituciones, pero Siria no debido a los embargos mencionados.
Aprovechando esta campaña, Ayuda a la Iglesia necesitada ha traído un cáliz que demuestra la barbarie a la que los cristianos perseguidos tienen que enfrentarse cada día. Se trata del cáliz de Qaraqosh, una ciudad de Irak que en 2014 fue ocupada por terroristas del Daesh. Allí había unos 120.000 cristianos a los que se les dio la opción de convertirse al islam, quedarse como cristianos pagando unas fortísimas cantidades de dinero o abandonar el país en 24 horas. Todos abandonaron el país, no hay constancia de que ninguno abjurase de su fe. Los terroristas no sólo destrozaron casa y vidas, sino que redujeron a escombros las iglesias, conventos y hospitales de órdenes religiosas. En una de ellas se dedicaron a utilizar para prácticas de tiro objetos sagrados. Al volver al país 4 años después, encontraron entre los escombros este cáliz, en el que se observa claramente el orificio de entrada y salida de la bala.
