PREGUNTA: ¿Está usted preparado para este nuevo reto de ser Arcipreste de Calatayud?
RESPUESTA: La figura del arcipreste es un cargo electivo. El obispo, una vez que ha consultado al clero de las parroquias que componen el arciprestazgo, escoge a quien considera oportuno. Cada tres años se da esta elección en cada uno de los cinco arciprestazgos que componen nuestra diócesis. Cualquier servicio que nos encargan tiene su etapa de aprendizaje. La labor del arcipreste es coordinar la labor pastoral de los sacerdotes y parroquias del arciprestazgo y estar atento a las necesidades de los sacerdotes tanto en el ámbito personal como espiritual, intentando fomentar la fraternidad entre nosotros y una vivencia espiritual común, además de animar las acciones conjuntas de todo el arciprestazgo.
P: ¿Qué proyectos tiene para el Arciprestazgo?
R: El mejor testimonio que se puede dar es el de la unidad y la fraternidad. Tenemos que trabajar en estos aspectos para continuar creciendo. Los sacerdotes no somos “compañeros de trabajo”, sino hermanos que estamos unidos por una vocación común. Por eso más que en “proyectos” pienso que debemos pensar en un “itinerarioarciprestal” que comprenda un trabajo pastoral común con una meta común, que es la santidad tanto de los sacerdotes como de los fieles. Hay un salmo que dice: “ved qué dulzura, qué delicia convivir los hermanos unidos”. Pues ese podríamos decir que es el proyecto arciprestal: convivir unidos, trabajar juntos y dar un verdadero testimonio de entrega en el día a día, de celo pastoral y de deseo de seguir creciendo juntos.
P: ¿Algún proyecto estrella que lleve en mente?
R: Como comentaba antes, más que proyecto yo hablaría de un itinerario. Y es necesario que ese itinerario tenga acciones concretas. Por eso pienso que debemos revitalizar o, incluso, crear actividades conjuntas de todo el arciprestazgo con un fundamento en la vida cristiana, pero que llegue a todos: niños, jóvenes, adultos, matrimonios, personas mayores, personas con discapacidad…Todos somos importantes para Dios y tenemos que anunciarlo así a todos, haciendo “corresponsables” de la vida del arciprestazgo a todos los que lo componemos. Esto significa, por tanto, que ni los sacerdotes ni los fieles podemos quedarnos en unos horarios de “cumplimiento” y vivir una vida cristiana reducida al “mantenimiento” de lo que ya tenemos. En este sentido debemos ser ambiciosos y aprovechar todos los medios a nuestro alcance. Por ejemplo, la cultura, pues nuestro arciprestazgo está cuajado de iglesias, monumentos espectaculares que debemos aprovechar para explicar el sentido que tienen, no sólo en la belleza del edificio y las obras de arte, sino porque eso es fruto de la fe del pueblo de Dios. El culto y la cultura van de la mano siempre. Favorecer que nuestro patrimonio se conozca llevará aparejado que se ame y, por lo tanto, que estemos orgullosos de este legado que hemos recibido y así lo transmitamos con un sentido auténtico y, yo diría, íntegro.
P: ¿Qué mensaje le envía a los sacerdotes de la zona?
R: Sobre todo, de ánimo y de entusiasmo. El Señor nos ha colocado en esta pequeña porción de su Iglesia, que es la diócesis de Tarazona, y, dentro de ella, nos ha dado la posibilidad de encontrarnos con realidades concretas, expresadas en rostros, lugares, nombres… Es muy importante que no seamos personas que “trabajan” en este o aquel pueblo, sino identificarnos con nuestros pueblos, con sus realidades concretas, y amarlos intensamente dándonos cada día y cada hora a ellos, no escatimando esfuerzos, trabajo, horas y creatividad, pero sobre todo siendo la presencia de Cristo Buen Pastor para todos ellos.
P: ¿Y a los fieles?
R: La evangelización no es sólo cosa de los sacerdotes. Todos los bautizados estamos llamados a ser testigos del Señor. Por eso en cada parroquia los fieles llegan hasta donde el párroco no siempre puede llegar. En cada parroquia todos somos importantes, aunque cada uno hemos recibido una misión concreta como servicio a la parroquia. En el caso de los párrocos, somos uno más del pueblo, pero con una misión concreta en la parroquia encargada por parte del obispo, que tiene tres pilares: santificar, enseñar y gobernar. Y en muchas ocasiones esto no es sencillo ni cómodo e, incluso, puede haber cierta incomprensión. Por eso debemos decir como S. Agustín: “con vosotros, cristiano; para vosotros, sacerdotes”. Los fieles conviene que ayuden a los sacerdotes en su triple misión y que sientan que toda actividad parroquial no es ajena a ellos, sino que son elemento fundamental en toda parroquia, siendo conscientes de que el único centro debe ser Dios. La parroquia no busca “consensos de mayoría”, sino el bien común.
P: ¿Un mensaje para el ya ex-arcipreste de Calatayud, D. Jesús Vicente?
R: Cuando alguien deja un cargo, seguro que muchas iniciativas y deseos se quedan en el tintero. Cada uno somos de una manera concreta y lo importante es poner todas nuestras capacidades al servicio de Dios. Seguro que D. Jesús-Vicente así lo hizo durante los años que desempeñó el oficio de arcipreste y por eso quisiera agradecerle el servicio prestado durante este tiempo al frente del arciprestazgo de Calatayud.
Sobre Javier Sanz
Javier-Vicente Sanz Lozano nació en Zaragoza el 17 de junio de 1980. Tras su formación en el entonces C.P.C. Augusta Bílbilis de Calatayud, y en el Colegio Diocesano de la Sagrada Familia de Tarazona, en 1998 ingresa en el Seminario Mayor de la diócesis turiasonense, ubicado en ese momento en Zaragoza, donde iniciará sus estudios teológicos, que se prolongarán durante seis años. Ordenado diácono en 2004, ejerce como profesor de Cultura Clásica y Geografía en el colegio Sagrada Familia de Tarazona y es adscrito a la parroquia de San Francisco -entonces catedral sustitutoria- de la misma ciudad para dirigir la coral y como responsable de las catequesis. El 3 de julio de 2005 es ordenado presbítero en la hoy basílica del Santo Sepulcro de Calatayud y es destinado como administrador parroquial a Litago. En 2006 el obispo lo traslada a Jarque de Moncayo, Aranda de Moncayo, Trasobares, Calcena y Purujosa y le encarga completar estudios en la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid, donde obtendrá la licenciatura (2009) con especialidad en Teología Moral con una tesina titulada “La dignidad de la persona en las homilías de Navidad de san León Magno”. En 2009 es trasladado a Brea de Aragón y mantiene la atención pastoral a Jarque y Aranda, compaginándolo con la docencia de las asignaturas de Moral fundamental, Moral especial I, Moral especial II, Antropología Teológica I (tratado de creación), Antropología teológica II (tratado de gracia y virtudes), entre otras, en el Estudio Universitario Teológico de la Inmaculada de Tarazona, de donde también es secretario general. Durante este tiempo es designado delegado episcopal de Apostolado Seglar y de Familia y Vida, así como arcipreste del Bajo Jalón (2014-2017). En 2018 el obispo constituye la Unidad Pastoral de Calatayud, y nombra a D. Javier párroco del Santo Sepulcro, y en 2020, prior del cabildo, oficio que desempeña en este momento.