
Antonio Tejero Molina, el teniente coronel de la Guardia Civil que se convirtió en la figura central del fallido golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 (23-F), ha fallecido este jueves en Valencia a la edad de 93 años.
Tejero pasó a la historia de la Transición española por el asalto al Congreso de los Diputados. El 23-F, en medio de la votación de investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo, el teniente coronel irrumpió en el hemiciclo al frente de unos 200 guardias civiles, pistola en mano y gritando la tristemente célebre frase: «¡Quieto todo el mundo!». El grupo mantuvo secuestrados a los diputados y miembros del Gobierno hasta las 10 de la mañana del día siguiente, 24 de febrero, momento en que Tejero se entregó al fracasar el intento de golpe de Estado.
Por su participación en el acto de sedición, Tejero fue condenado por «rebelión militar» a una pena de treinta años de prisión. Cumplió un total de 15 años en diversas cárceles militares, siendo puesto en libertad condicional en el año 1996.
Tras su liberación, el ex teniente coronel mantuvo un perfil bajo, aunque su última aparición pública relevante se produjo en octubre de 2019. En esa ocasión, Tejero se presentó por sorpresa en Mingorrubio, el lugar elegido para la reinhumación de los restos de Francisco Franco. Su presencia provocó un notable revuelo mediático, siendo recibido con aplausos y vítores por algunos asistentes y protagonizando un enfrentamiento con los periodistas allí congregados.
Con la muerte de Tejero, se cierra un capítulo de la historia reciente de España marcado por el intento de quiebra del sistema democrático recién instaurado.